El enojo, la tristeza, la desesperanza, la angustia y el temor son solo algunas de las emociones que cada día debemos enfrentar, la forma en que reaccionamos frente a ellas determina en gran manera nuestra productividad y relaciones humanas.
Como cristianos reconocemos en Jesús un modelo de vida, por esto al estudiar la manera en que el Señor afronto el manejo de sus emociones puede significar para nosotros un modelo a seguir y podremos aplicar dichos principios en la relación maestro alumno, dentro y fuera del aula.
Palabras claves: emociones, sentimientos, manejo, proactivo, Jesús.
Introducción
Los Evangelios son, sin lugar a dudas, los libros más populares, queridos y leídos de toda la Biblia. Esto no se debe precisamente a la calidad de su escritura ni a la capacidad literaria de los autores, todo el atractivo que es posible encontrar en ellos radica únicamente en una persona: Jesús de Nazareth, aquel Verbo hecho carne1 que habitó entre nosotros (Juan 1:14).
La escritura nos menciona que es en Cristo en quien encontramos un puente conector entre la humanidad perdida y Dios. Como nuestro Salvador debía ser perfecto y santo, pero a la vez semejante en todo a sus hermanos2 (Heb 2:17); Pablo mismo desarrolla esta idea en Hebreos 4:15 al decir: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado”.3
Esta sola declaración debería ser suficiente para eliminar el comentario común donde se menciona que ‘como Cristo era bueno (sin pecado-Dios) pudo vivir como lo hizo.’ Pablo aclara y enfatiza la capacidad de Cristo para entendernos en todas nuestra debilidades, la clave se encuentra en su Naturaleza humana, como el mismo Pablo lo establece, fue tentado en todo, pero sin pecado.
La Biblia en reiteradas ocasiones nos invita a imitar a Cristo (Juan 13:15; 14:12; Fil 2:5), y a menos que pretendamos que esto se limite únicamente a una cuestión cognoscitiva, tenemos que aceptar a Cristo como nuestro modelo de vida, aun en aquellas cosas tan cotidianas como lo son el manejo de nuestras emociones. Cada día nos vemos tentados en cuanto a la manera cómo manejamos nuestras emociones; “Jesús experimentó este mismo tipo de conflictos, como por ejemplo en el Getsemaní, donde sus sentimientos le indicaban una cosa pero su visión y misión le indicaba otra” (Leiva, 2003: 4 ).
El presente trabajo está orientado a estudiar las emociones experimentadas por Jesús en el Getsemaní, antes de su muerte. Para esto se tomará como base el relato presentado por Marcos 14:32-38, realizando una comparación con los relatos paralelos de los demás Evangelios. Nos centraremos en el presente estudio en las emociones experimentadas por Cristo durante ese período e intentaremos dar una aplicación al manejo de las emociones de los cristianos del siglo XXI que sirva como un modelo para los maestros en su tarea formativa.
Se realizará un estudio de palabras4 en donde se refiere o enfatiza los sentimientos de Jesús, se realizará, además, un análisis gramatical comparando las palabras utilizadas por los otros evangelistas para referirse al mismo evento; finalmente, se revisará algunos comentarios para llegar a una mejor comprensión del texto.
El testimonio de los sinópticos
Las últimas horas en la vida de una persona que se prepara para morir siempre son significativas y llenas de emoción. La experiencia de Cristo no es la excepción, en las últimas horas de nuestro Señor vemos al Maestro viviendo plenamente su naturaleza humana y experimentando una serie de sentimientos y emociones frente a la amenaza real de una muerte anunciada.
La hora había llegado (Mar 14:35; Juan 17:1) para Jesús, el momento en que debía cumplirse todo aquello que había sido anunciado por Moisés y los profetas era inminente. Frente a todo esto Jesús experimentó, como el hombre que era, temor hacia la muerte, angustia y aflicción de alma y espíritu, su espíritu de supervivencia natural le impedía aceptar que debía sufrir una muerte que no merecía por una humanidad que no valoraría dicho sacrificio.
Lo que Cristo sintió y cómo actuó frente a esos sentimientos es el motivo de nuestro estudio. Con ese fin nos apoyarmos en el relato que aparece en Marcos 14:32-42 bajo el título: “Jesús ora con mucha tristeza”5, de allí extraeremos el versículo 33 en el cual centraremos nuestro estudio: “Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.”
Analizaremos la oración “y comenzó a afligirse y a angustiarse mucho.”
Kai.
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h;rxato
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evkqambei/sqai
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kai.
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avdhmonei/n
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conjunción coordinación
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verbo indicativo
aoristo
Voz media
3 persona
Singular
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verbo infinitivo presente
voz pasiva
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conjunción coordinación
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verbo infinitivo presente
voz activa
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En los 3 sinópticos se encuentra registrado el relato de la oración, el relato de Mateo y el de Marcos guardan una gran similitud, mientras que Lucas le da otro enfoque6, pero todos concuerdan en que se trata de un combate librado en la oración. Para P. Bonnard (1976:573) no se trata de una oración heroica, que reúne las últimas fuerzas de un hombre en un esfuerzo final, ni de una oración mística que eleva al hombre por encima de sus dificultades, sino una oración humana y filial. Humana, porque, según la antropología evangélica, la esencia del hombre implica ser probado o tentado (y esto implica también la posibilidad intrínseca de pecar); y filial, porque “en el pensamiento mateano, Jesús es el único que enfrenta esta última prueba con la libertad de un hijo que quiere y puede ser obediente hasta la muerte”. (Bonnard, 1976)
evkqambei/sqai (ekthambeisthai) es infinitivo presente después de h;rxato (erjato) puede ser traducida como (lleno de) tristeza, (lleno de) horror, aflicción.7 Todas las ondas y las olas de angustia se derramaron sobre su alma (Sal 47:7b). Literalmente significa “caer en pavor o caer en terror” (Wuest, 1973: 1:41)
Sólo Marcos utiliza esta palabra en su relato, para describir lo que Jesús está pasando. En realidad es una expresión de profunda desesperación “Jesús está completamente destruido interiormente” (Leiva,2003:100) ”temía que su naturaleza humana no pudiese soportar el venidero conflicto con las potestades de las tinieblas” (White,1986:637) y esto lo llenaba de pavor.
Mateo, en su relato del mismo episodio (Mat 26:37), utiliza en primer lugar el verbo lupew (lupeo) que en su forma básica significa afligir, entristecerse. Nosotros lo encontramos como verbo infinitivo, presente y en voz pasiva lupei/sqai (lupeisthai) que podría ser traducido como experimentar pena; “la palabra cubre tanto el dolor físico como la angustia mental”. Físicamente, el dolor es en especial el que es causado por el hambre, la sed, el calor, el frío o la enfermedad, mientras que mentalmente, es la angustia del infortunio, la muerte, el fastidio, el insulto o el ultraje.(Bultmann,2002:529)
avdhmonei/n (ademonein) es un verbo infinitivo, cuya derivación es incierta. La etimología “estar lejos de casa”, no se pueden probar.(Hendriksen,1987:597) Es el mismo verbo utilizado tanto por Mateo como por Marcos, para expresar básicamente angustia, P. Bonnar, señala que esta aflicción de Jesús no es una angustia metafísica, sino de obediencia dolorosa de un siervo sufriente (Sal 42:39)
Comenzó a sentir pavor y agustia8
Lucas 22:44 le llama avgwni,a| (agonia) esta palabra significa “conflicto, tensión”, denota interés por la victoria antes que por la lucha decisiva. (Luc 12:49-50).(Staufer, 2002:29)
¿A qué se debía tal debate?, ¿cuál pudo ser la causa de tal agonía y perturbación? De seguro no era desesperación por desconfianza en su padre, ni por un temor a lo desconocido. Henry Mattew (1984:510) menciona tres puntos como causales de dicho estado agónico: 1) Estaba en un conflicto con los poderes de las tinieblas, 2) tenía que cargar las iniquidades que el Padre había puesto sobre él; los sufrimientos que él iba a padecer era por nuestros pecados y debía cargarlos todos y 3) tenía una visión clara y plena de todos los sufrimientos que le aguardaba, conocía de antemano la traición de Judas, de Pedro, la maldad e ingratitud de los judíos.
Mathew hace una comparación entre la angustia que Cristo experimentó en su pasión y la alegría y gozo con que los mártires enfrentaron la muerte. Para él, Cristo carecía del apoyo y del consuelo que los mártires disfrutaron. La alegría que ellos experimentaban en el martirio se debía al favor divino que en este momento le era negado a Jesús, “los sufrimientos de Jesús eran de diferente naturaleza que de los mártires. Sobre las cruces de los santos, se pronunciaba una bendición que les daba ánimo para regocijarse en el suplicio mismo, pero la cruz de Cristo llevaba una maldición (Gál 3:13), bajo cuyo peso se sentía abrumado de tristeza, y esta tristeza de la cruz de Jesús era el fundamento de regocijo de las cruces de los demás”. (Mattew,1984:)
Es indudable que todo lo anteriormente mencionado estaba incluido en la angustia, pero al ir avanzando la historia nos damos cuenta que fue ese sentimiento de ir siendo abandonado por todos y de tener que afrontar la muerte en soledad aun de su padre Celestial (Mar 15:34), lo que abrumaba su alma. Elena de White describe maravillosamente esta escena al comentar: “el conflicto era terrible... los pecados de los hombres descansaban pesadamente sobre Cristo, y el sentimiento de la ira de Dios por el pecado, abrumaba su vida”. (1986:638) Fueron nuestros pecados los que quebrantaron el maravilloso corazón de Jesús.
Lo que Jesús soportó en el Getsemaní jamás fue soportado por otro hombre ¿Por qué un Getsemaní? ¿Por qué la agonía, las luchas y el sudor de sangre? La respuesta podría ser ésta: para establecer de una vez y para siempre que la obediencia que Jesús presentó no fue impuesta sino que fue enteramente voluntaria, él esta poniendo su vida por sus ovejas. “Aquel sacrificio de todo corazón, en total obediencia a la voluntad del padre, fue la única clase de sacrificio capaz de salvar al pecador”. (Hendriksen,1987:592)
Cristo soportó la ira de Dios, bajo la cual nosotros debiéramos haber muerto eternamente, para que nosotros pudiésemos tener vida. Todo este maravilloso acto de amor es resaltado aun más al ver la angustia, la tristeza, el sufrimiento y la agonía que Jesús como hombre experimentó. Su naturaleza humana no fue ajena al temor, sino que experimentó como ningún otro lo haría, el temor a la muerte lejos de su Padre.
Una aplicación para el docente
Sería una conducta irreflexiva tratar de comparar nuestros sentimientos de tristeza y angustia con los experimentados por Cristo, pero sin duda la manera como él manejó sus emociones es un ejemplo para nosotros como docentes en la interacción con nuestros alumnos, dentro y fuera del aula.
Día a día enfrentamos distintas situaciones y experimentamos diversos estados de ánimo, que en muchas formas determinan nuestra actitud frente a las actividades que desarrollamos. Como docentes llegamos al aula con un cúmulo de problemas y preocupaciones, mientras que por otro lado los alumnos también se encuentran experimentando diversos conflictos. Pero irracionalmente, al entrar en el aula pretendemos que todo esta bien y esperamos (en ocasiones exigimos) que nuestros alumnos anulen sus emociones y atiendan a la clase con la mejor actitud.
Si aplicamos los principios intrínsicos en el ejemplo de Jesús, entenderemos que la manera correcta de manejar nuestras emociones empieza por reconocerlas, sin temor ni vergüenza. ¿Porqué debo esconder que estoy molesto, o triste, o cansado? ¿Porqué mis alumnos deben reprimir sus emociones sin poder expresarlas con libertad? En segundo lugar debemos aprender a hacer participe a Dios de lo que nos pasa, aun cuando se trate de algo tan pequeño como nuestro estado de animo. Jesús, en aquellos difíciles momentos de su vida se entrego por completo a la voluntad de su padre, permitiendo que su espíritu llenara su vida. Las situaciones difíciles que nos toca afrontar pueden ser una oportunidad de crecimiento si aprendemos y enseñamos a otros a depender de Dios y aceptar su voluntad.
Cada estado emocional podría convertirse en una tremenda oportunidad de aprendizaje en donde tanto el alumno como el docente, al reconocer y aceptar sus emociones, aprende a actuar de manera proactiva y de esta forma se prepara mejor para un mundo en donde solo los que son proactivos frente a sus emociones logran el éxito.
Conclusión
El destino eterno de la humanidad está en juego y Jesús es plenamente consciente de lo que está ocurriendo, es precisamente su naturaleza humana la que está reaccionando, “es allí, cerca de su muerte, que Jesús está sintiendo emociones fuertes, que es humano, que está consiguiendo el triunfo eterno donde Adán fracasó”. (Leiva,2003:100)
Leiva discute el asunto de la Connotación moral de las emociones llegando a la siguiente conclusión: “No hay sentimientos que sean intrínsecamente negativos o positivos; tanto los sentimientos como las emociones9 son neutros, es nuestra reacción lo que transforma estas emociones y sentimientos en negativos o enfermizos o en positivos o saludables”. (Leiva,2003)
Aceptando lo anterior, tenemos a un Jesús que sintió y se emocionó al igual que nosotros, un Jesús humano, que reaccionaba a los estímulos externos en forma similar a como nosotros lo hacemos.
Este Jesús nos presenta un modelo “tal como él sintió y se emocionó, pero no pecó nunca, porque manejó sus sentimientos y emociones en forma correcta; nosotros también podemos hacerlo”. (Leiva,2003:101)
Comúnmente se piensa que experimentar algunos sentimientos es pecaminoso y que un cristiano no debería sentir angustia o tristeza, de esta manera se nos invita a reprimir nuestras emociones y esconder nuestros sentimientos; Marcos 14:33 nos muestra a un Jesús que sentía y se emocionaba.
Pensamos que si el maestro o el alumno al molestarse o sentirse mal llega a demostrar algo de estas emociones, esto es una rasgo de debilidad, fomentando de esta manera el cinismo emocional.
La idea para nosotros hoy es seguir el ejemplo de Jesús reconociendo nuestros sentimientos y proyectándolos correctamente. ¿Cómo lograr esto? nuevamente el ejemplo viene de Cristo, “...Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Luc 22:42).
Referencias:
1 Durante los siglos se discutió mucho en relación a la naturaleza de Cristo siendo el Concilio Vaticano II un hito en la Cristología Católica. En la actualidad, la discusión dentro de nuestra iglesia se centra en el tipo de naturaleza humana con que Nuestro Señor vino a este mundo.
2 Para una interesante discusión en relación a la naturaleza humana de Cristo se recomienda: Roy Adams, La naturaleza de Cristo. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003); Atilio Rene Dupertuis, El carpintero divino. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995); Miguel A. Victoriano G. Conociendo a Jesús. (Lima, Ñaña: Editorial Imprenta Unión, 2007)
3 Todas las citas bíblicas son de La Biblia de las Américas (Anaheim: Foundation Publications INC., 1997). Si se menciona otra versión será indicado.
4 Cualquiera palabra fuera de su contexto carece de todo sentido para el análisis de un texto determinado por esta razón realizara dicho estudio tomando en cuenta la oración en la cual participa la palabra, para de esta manera poder llegar a un a mayor comprensión de su sentido, uso y forma.
5 La Biblia en Lenguaje sencillo. (Korea: Sociedades Bíblicas Unidas, 2000), 201. La versión Reina Valera de 1960 utiliza el titulo Jesús ora en el Getsemani.
6 El relato de Lucas es mucho más corto que el de Mateo y Marcos. Lucas no menciona el hecho de haber Jesús orado en el Getsemani más de una vez, sin embargo eso no es motivo para suponer un conflicto entre Lucas o los otros evangelios. Lucas establece la esencia misma de la oración de Jesús en esa oportunidad. Las adiciones de Lucas con referencia al Angel y las gruesas gotas de sangre, armonizan perfectamente con lo que los otros evangelios comentan del “gran siervo sufriente” debemos agradecer a Dios por permitirnos tener 3 maravillosos relatos de este evento tan trascendente. Comentado en Guillermo Hendriksen. El Evangelio según San Marcos.(Grand Rapids: Subcomisión Literatura Cristiana, 1987), 594.
7 Otra buena traducción para h;rxato evkqambei/sqai es “comenzo a estar muy asombrado.” Guillermo Hendriksen, El Evangelio según San Marcos. (Grand Rapids: Subcomisión Literatura Cristiana, 1987), 595.
8 Traducción personal.
9 Leiva realiza una diferencia entre sentimientos y emociones, a estas ultimas las describe como cosas pasajeras que generan en nosotros una conmoción y que modifica nuestro estado normal de las cosas, mientras que los sentimientos son mas estables y tranquilos que las emociones. Leiva, “Jesús el Hombre que Sentía”, Marcos: el Evangelio del tiempo Cumplido: leyendo el evangelio de Marcos su mensaje en el pasado y en la actualidad, 100.
Referencias bibliografía:
Alomia, Merling. Ed. (2003). Marcos: el Evangelio del tiempo Cumplido: leyendo el evangelio de Marcos su mensaje en el pasado y en la actualidad. Lima: Ediciones Teológica.
Bonnard, P. (1976). Evangelio según San Mateo. Madrid: Ediciones Cristiandad.
Hendriksen, Guillermo. (1987). El Evangelio según San Marcos. Grand Rapids: Subcomisión Literatura Cristiana.
Kittel, Gerhard. Ed. (2002). Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Grand Rapids: Libros Desafío.
Leiva, Joel. (2003). Borrador de Anteproyecto de Tesis Doctoral. Apuntes no Publicados. Lima: Universidad Peruana Unión.
Matthew, Henry. (1984). Comentario Exegético devocional a toda la Biblia: Mateo. Barcelona: Editorial Clie.
White, Elena de. (1986). El Deseado de todas las Gentes. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
Wuest, Kenneth S. (1973).Wuest´s Word Studies, From the Greek New Testament. Michigan: Wm. B. Eerdmans Publishing Company.